Todos nos quejamos admitamoslo, desde el “¡Otra vez el tráfico!” hasta el “Siempre me toca a mí el proyecto complicado” pasando por el “¡siempre llega tarde el jefe!”, la queja es una parte inevitable de la vida pero como bien decía Epicteto, filósofo estoico: “No son las cosas las que nos perturban, sino nuestra interpretación de ellas”. Y en esa interpretación que hagamos está la clave, ya que la queja puede ser una poderosa herramienta de cambio o simplemente convertirse en un molesto zumbido de fondo.
¿Cuándo la queja genera un cambio positivo?
En el entorno laboral la queja puede ser el primer paso para mejorar procesos o solucionar problemas si es que está va acompañada de un análisis de hechos y por supuesto de una propuesta de solución. Por ejemplo, si un equipo constantemente se retrasa en sus entregas porque las juntas de coordinación se extienden sin sentido, alguien que se atreva a decir: “Oigan, creo que estas reuniones podrían ser más productivas y ocupar menos tiempo si tenemos una agenda clara desde que llegamos”, podría estar iniciando una mejora significativa para su equipo y por ende para la organización. Aquí la clave es que la queja venga acompañada de una propuesta de solución, como dice mi mamá “el remedio y el trapito”.
Según el psicólogo clínico Guy Winch en su libro “The Squeaky Wheel”, las quejas efectivas son aquellas que no solo expresan el malestar, sino que están dirigidas a la persona correcta y traen una solución bajo el brazo. De esta manera la queja deja de ser solo una expresión de descontento y se convierte en una solicitud de cambio.
En el ámbito personal, expresar una molestia de manera constructiva puede fortalecer las relaciones. Imagina que tu pareja siempre llega tarde a las citas. En lugar de soltar a boca jarro un “Siempre es lo mismo, nunca eres puntual”, podrías intentar otra expresión: “Oye, he notado que llegar a tiempo es complicado. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte o prefieres que nos veamos un poco más tarde?”. Aquí no solo expresas tu incomodidad, sino que también abres la puerta a una solución.
¿Cuándo la queja te convierte en el ‘quejumbroso’ del grupo?
El problema surge cuando la queja se convierte en un hábito sin dirección. Todos hemos trabajado con ese compañero que se queja del café, de la silla, de la temperatura, del jefe y, básicamente, de la existencia misma. No propone nada, no busca mejorar, solo se dedica a envenenar el ambiente.
Un estudio de la Universidad de Stanford encontró que la exposición continua a la negatividad incluso a través de las quejas, puede afectar las conexiones neuronales en el hipocampo, la parte del cerebro responsable de la resolución de problemas y el pensamiento cognitivo. Es decir, ser el quejumbroso no solo afecta a los demás, sino que también limita tu capacidad para ver soluciones.
Ejemplos claros y sencillos
En el trabajo: Supón que el software que usas es lento y te retrasa. Una queja productiva sería: “El sistema nos está quitando tiempo. ¿Qué tal si probamos esta alternativa más rápida?”. La queja improductiva: “¡Este sistema es una porquería!” y seguir igual, solo con más bilis en el estómago.
En lo personal: Si un amigo siempre elige restaurantes caros y tu presupuesto no da para tanto, podrías decir: “Me encantaría salir, pero ¿qué tal si esta vez elegimos un lugar más accesible?”. O podrías simplemente poner cara de mártir y aceptar, acumulando resentimiento hasta explotar sin razón aparente.
Conclusión: Quejarse bien es un superpoder
Quejarse bien es como usar un cuchillo bien afilado: puede cortar lo que estorba o puede hacer un desastre si lo usas mal y con saña. Así que la próxima vez que te sientas tentado a quejarte pregúntate: ¿Estoy buscando un cambio real o solo quiero molestar haciendo ruido?
Porque al final del día, ser el quejumbroso del grupo es como ser el amigo que siempre trae malas noticias: nadie lo quiere cerca, pero todos saben que ahí sigue, quejándose del clima, del gobierno y de la vida misma.
Existen muchas herramientas simples y efectivas que puedes utilizar en tu día a día para que tu queja sea útil. Aquí te comparto algunas que a mi me han dado resultado y que han hecho una gran diferencia al para transformar estas quejas en oportunidades de cambio:
1. El Método de la Queja Constructiva:
• Identifica el problema: Antes de quejarte, asegúrate de que entiendes claramente cuál es el problema. Evita las generalizaciones del tipo “Todo está mal” y sé específico.
• Encuentra la causa raíz: Pregúntate “¿Por qué me molesta esto?” y sigue profundizando hasta encontrar la verdadera causa de tu queja.
• Propón una solución: No te quedes solo con la queja. Intenta siempre proponer una solución, incluso si no es perfecta lo importante es comenzar a moverte en la dirección correcta
Ejemplo: En lugar de decir “Esta reunión es una pérdida de tiempo”, podrías decir “Creo que podríamos hacer las reuniones más productivas si tuviéramos una agenda clara y un límite de tiempo”.
La queja ahí está, pero en bonito y propositivo.
2. La Técnica del “Sí, pero…”:
• Cuando sientas la necesidad de quejarte utiliza la estructura “Sí, pero…”. Esto te obliga a pensar en una solución o un aspecto positivo.
• Ejemplo: “Sí, este proyecto es difícil, pero al completarlo, podré mejorar mis habilidades y aprender algo nuevo”.
3. El Diario de Quejas:
• Lleva un pequeño diario donde escribas tus quejas diarias. Escribir te permite liberar la emoción sin afectar a los demás y además te da la oportunidad de reflexionar sobre si esas quejas valen la pena o si hay algo que puedas hacer al respecto.
• Después de escribir cada queja agrega el porque piensas que eso de lo que te quejas está mal, y agrega también una posible solución o un pequeño paso que podrías dar para mejorar la situación.
Aquí pueden pasar dos cosas:
- Descubres que aquello de lo que te estás quejando no es algo que valga la pena.
- Trabajas en posibles soluciones para que deje de ser un tema eso que está sucediendo y que provoca tu queja.
4. La Pregunta Mágica: ¿Qué puedo hacer al respecto?
• Cada vez que sientas que una queja está por salir pregúntate: “¿Qué puedo hacer al respecto?”. Si tienes una respuesta, actúa. Si no, déjalo ir.
5. Usa el Humor:
• Convertir una queja en un comentario humorístico (sin sarcasmo hiriente) puede cambiar tu perspectiva y la de quienes te rodean. El humor puede desactivar la negatividad y abrir la puerta a un diálogo más propositivo.
Implementar estas herramientas en tu vida no requiere mucho tiempo ni dinero pero sí un poco de práctica y constancia, lo bueno es que como cualquier habilidad mejorarás con el tiempo de eso puedes estar seguro.
Contáctame para platicar mas del tema: rafaelibanez@rafaelibanez.com.mx