La soberanía es uno de esos conceptos que todos creemos entender hasta que alguien nos pide explicarlo. Es como cuando te preguntan si sabes bailar y respondes que sí, pero cuando llega el momento de moverse te das cuenta de que no tienes ni idea de qué estás haciendo y los que te ven no paran de murmurar…y no cosas buenas. En términos simples la soberanía es el poder absoluto y legítimo de un Estado para gobernar sin interferencias externas. De manera coloquial es como ser el dueño de tu casa y poder decidir si pones el cuadro del abuelo en la sala sin que el vecino venga a opinar por muy feo que esté.
El concepto de soberanía fue articulado en su forma clásica por Jean Bodin en el siglo XVI. Bodin decía que la soberanía es “el poder absoluto y perpetuo de una república”. Traducido al lenguaje de la vida cotidiana es como cuando eres el único que tiene el control del control remoto de la tele. Nadie más puede cambiar el canal, y si alguien intenta hacerlo es una invasión directa a tu autoridad. Por otro lado Thomas Hobbes en su obra “Leviatán”, argumentaba que la soberanía reside en un contrato social donde la gente cede su poder individual a un soberano a cambio de seguridad y orden. Aquí ya no eres solo el dueño del control remoto, sino que todos en la sala aceptan que tú eres quien decide qué se ve para evitar el caos del zapping interminable.
¿Pero cuándo un país puede decir con orgullo: “Yo tengo soberanía”? Pues cuando puede tomar sus propias decisiones sin que otra nación le dicte qué hacer. Un ejemplo claro es Suiza que se mantiene neutral en casi todos los conflictos internacionales. Nadie le dice a los suizos cómo manejar su negocio. Es como ese amigo que no toma partido en las discusiones y aún así todos lo respetan, que chingón poder ser Suiza ¿no creen?.
En cambio hay países cuya soberanía es más frágil, como si su control remoto estuviera dañado y necesitaran pilas chinas para que funcione. Un ejemplo moderno es el caso de las naciones dependientes económicamente de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Cuando un país tiene que ajustar sus políticas internas para recibir un préstamo su soberanía se ve un poco comprometida. Es como si tu vecino te prestara dinero para pagar la luz pero con la condición de que tienes que ver su serie favorita cada jueves.
En conclusión, la soberanía es el poder de un país de tomar sus propias decisiones sin que nadie más meta la cuchara. Es como ser el chef de tu propia cocina: puedes cocinar lo que quieras y como mejor te plazca; ah pero si alguien más te dice qué cocinar entonces ya no eres el chef, eres solo el pinche…el piche güey que no tiene soberanía. Y nadie quiere ser ese güey en su propio país.
Bajo estos parámetros la soberanía se refiere a la capacidad de un país para tomar sus propias decisiones sin injerencia externa significativa. México en teoría es un país soberano. Cuenta con su propia Constitución, instituciones de gobierno y establece sus propias leyes y políticas. Sin embargo en la práctica la soberanía del estado mexicano puede ser matizada por varios factores que a nuestros gobernantes se les “olvida explicarnos”:
1. Dependencia Económica: México tiene acuerdos económicos internacionales como el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), que aunque ofrecen beneficios económicos también implican compromisos y ajustes en políticas internas para cumplir con las reglas del tratado.
2. Influencias Externas: México recibe financiamiento y asesoría de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial. Esto en ocasiones podría influir en la política económica del país, especialmente en tiempos de crisis.
3. Seguridad y Narcotráfico: La influencia del crimen organizado y en algunos casos la cooperación o presión de Estados Unidos en temas de seguridad también pueden limitar la autonomía total de México al momento de tomar ciertas decisiones.
4. Política Exterior: Aunque México ha mantenido una política exterior de no intervención (La multicitada Doctrina Estrada), existen momentos en los que las presiones internacionales (como en temas migratorios) han obligado a México a tomar decisiones alineadas con los intereses de otros países, particularmente Estados Unidos…¿les suena?.
Entonces sí, México es un país soberano, pero como muchas naciones en el mundo su soberanía depende y se ve influenciada por factores económicos, políticos y sociales globales. Es como si México tuviera un control remoto chingón pero las pilas se las prestara el vecino.
O sea, en México ya no tenemos soberanía plena por más de que nos quieran vender otro discurso como válido.
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